La medicina china, medicina ancestral originaria de la antigua China, ha perdurado y ha evolucionado a lo largo de la historia. Durante la segunda mitad del s. XX, esta terapia ha ido introduciéndose en los países occidentales y ha obtenido una gran aceptación entre los usuarios de estos países que han encontrado en ella una medicina diferente, nada agresiva y muy preventiva, mediante la cual se obtienen resultados eficaces y rápidamente. La medicina china es una medicina holística ya que entiende que no existen enfermedades, sino enfermos, tiene en consideración no sólo lo que sucede en el órgano afectado, sino también lo que sucede en todo el organismo, la manera de manifestarse, como responde a las influencias externas y a los estímulos del entorno.
Los pilares básicos de la medicina china son la Teoría del Yin y el Yang y la Teoría de los Cinco Elementos. Los principios y las premisas de la medicina china se extraen directamente de la filosofía tradicional taoísta, la escuela del pensamiento más antigua y singular de China. La mayor premisa de la teoría medicinal china es que toda forma de vida del universo es animada gracias a una energía vital denominada “Qi”. El “Qi”, sustancia fundamental del organismo y del universo, impregna y penetra la totalidad del cosmos. La digestión, por ejemplo, extrae “Qi” de la comida y la bebida y lo transporta por todo el organismo, la respiración extrae “Qi” del aire en los pulmones.
Cuando estas dos formas de “Qi” se reúnen en la sangre, el “Qi” circula como energía vital por los meridianos o canales energéticos.
La medicina china utiliza como principales técnicas de tratamiento la acupuntura, tuina y la fitoterapia, que se aplican según la patología del enfermo. Otras técnicas son las ventosas, la moxibustión, la auriculoterapia… Una de las principales características de estos tratamientos, aparte de su efectividad, es que carecen de efectos secundarios, tan frecuentes en los fármacos convencionales.